Jorge Luis Borges era muy amigo del poeta platense Francisco López Merino, con quien se reunía con frecuencia en el Café "El Rayo" ubicado en la esquina de 1 y 44. Esto sucedía entre los años 1925 y 1928, cuando conjuntamente con otros escritores divulgaban aquí la llamada "Revista Oral".
También el amor de Borges por una mujer lo hacía viajar a La Plata con frecuencia, cuando visitaba a Elsa Astete Millán, que vivía en diagonal 80 esquina 4, y con quien se casaría 50 años después de conocerla, luego de que ella enviudara.
En esta misma ciudad el escritor dio su primera conferencia venciendo sus dificultades de hablar en público.
Efectivamente, Borges y López Merino fueron íntimos amigos. Francisco no había muerto joven, había decidido morir joven.
Según diría María Kodama, en un acto de reconocimiento al poeta platense:
"Borges había quedado muy impactado con el suicidio de López Merino y se preguntaba, qué había podido llevarlo a tomar esa decisión, siendo tan joven y un escritor que comenzaba a ser reconocido.
De las páginas de "Cuaderno San Martín", el tercer libro de Jorge Luis Borges (1929):
A Francisco López Merino
Si te cubriste, por deliberada mano, de muerte,
si tu voluntad fue rehusar todas las mañanas del mundo,
es inútil que palabras rechazadas te soliciten,
predestinadas a imposibilidad y derrota.
Sólo nos queda entonces
decir el deshonor de las rosas que no supieron demorarte,
el oprobio del día que te permitió el balazo y el fin.
¿Qué sabrá oponer nuestra voz
a lo confirmado por la disolución, la lágrima, el mármol?
Pero hay ternuras que por ninguna muerte son menos:
las íntimas, indescifrables noticias que nos cuenta la música,
la patria que condesciende a higueras y aljibe,
la gravitación del amor, que nos justifica.
Pienso en ellas y pienso también, amigo escondido,
que tal vez a imagen de la predilección, obramos la muerte,
que la supiste de campanas, niña y graciosa,
hermana de tu aplicada letra de colegial,
y que hubieras querido distraerte en ellas como en un sueño.
Si esto es verdad y si cuando el tiempo nos deja,
nos queda un sedimento de eternidad, un gusto del mundo,
entonces es ligera tu muerte,
como los versos en que siempre estás esperándonos,
entonces no profanarán tu tiniebla
estas amistades que invocan.
El impacto que ocasionó en Borges la muerte de su amigo puede evidenciarse en otro increíble poema publicado en "Elogio de la sombra" (1969). porque la cita es más sutil, menos perceptible que en el indudable "A Francisco López Merino".
Mayo 20, 1928
Ahora es invulnerable como los dioses.
Nada en la tierra puede herirlo,
ni el desamor de una mujer,
ni el desamor de una mujer,
ni la tisis, ni las ansiedades del verso,
ni esa cosa blanca, la luna,
que ya no tiene que fijar en palabras.
ni esa cosa blanca, la luna,
que ya no tiene que fijar en palabras.
Camina lentamente bajo los tilos;
mira las balaustradas y las puertas,
no para recordarlas.
no para recordarlas.
Ya sabe cuantas noches y cuantas mañanas le faltan.
Su voluntad le ha impuesto una disciplina precisa.
Hará determinados actos,
cruzará previstas esquinas,
cruzará previstas esquinas,
tocará un árbol o una reja,
para que el porvenir sea tan irrevocable como el pasado.
para que el porvenir sea tan irrevocable como el pasado.
Obra de esa manera para que el hecho que desea y que teme
no sea otra cosa que el término final de una serie.
Camina por la calle 49; piensa que nunca atravesará tal o cual zaguán lateral.
Sin que lo sospecharan, se ha despedido ya de muchos amigos.
Piensa lo que nunca sabrá;
si el día siguiente será un día de lluvia.
si el día siguiente será un día de lluvia.
Se cruza con un conocido y le hace una broma.
Sabe que este episodio
Sabe que este episodio
será, durante algún tiempo, una anécdota.
Ahora es invulnerable como los muertos.
En la hora fijada, subirá por unos escalones de mármol. (Esto perdurará en la memoria de otros).
Bajará al lavatorio; en el piso ajedrezado el agua borrará muy pronto la sangre. El espejo lo aguarda.
Se alisará el pelo, se ajustará el nudo de la corbata
(siempre fue un poco dandy, como cuadra a un joven poeta)
y tratará de imaginar que el otro,
el de cristal, ejecuta los actos y que él, su doble, los repite.
La mano no le temblará cuando ocurra el último.
La mano no le temblará cuando ocurra el último.
Dócilmente, mágicamente, ya habrá
apoyado el arma contra la sien.
Así, lo creo, sucedieron las cosas.
Fuente: Internet
"El cuaderno San Martín" de J. L: Borges
"El elogió de la sombra" de J.L. Borges
Amigos, buen artículo. Mis felicitaciones. Un detalle: en el título se lee "Lerino". Y más abajo también, en "etiquetas". Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias por el articulo, siempre que visito la biblioteca López Merino me pregunto por que habra tomado esa decision,pero ni siquiera su amigo conocio los motivos
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